Santiago Asensi es uno de los abogados más prestigiosos en el asesoramiento en asuntos de juego online en España. Desde aquellos primeros años de la década del 2010, el sector se ha regulado y tecnificado, pero Asensi añora ahora una proporcionalidad que permita al sector crecer de forma sostenible. Este despacho tiene oficinas en varios puntos de España, entre ellos Ceuta, y en Latinoamérica, en Colombia. Su fundador y socio director recibe a Gaming Intelligence Español en su sede central, en Palma de Mallorca.

Los inicios de la regulación

En los años previos a la regulación del juego online en España, existían más interrogantes que certezas. Santiago Asensi recuerda “los inicios, allá por el año 2004, con preguntas como dónde nos va a llevar esto, si a una prohibición absoluta o a una regulación y apertura de mercado”.

Ocurrió lo segundo y la actividad regulada del juego online “afortunadamente, eclosionó en 2012” con el otorgamiento de licencias; creció “de forma espectacular en los primeros años” y, “de seis años a esta parte, toda la regulación ha estado centrada de forma casi exclusiva en la implementación de políticas de juego responsable”, resume Asensi. Medidas con las que está de acuerdo en algunos casos, si no fueran las únicas que se tomaran por parte del regulador.

Asensi siempre se ha posicionado “absolutamente en contra de prohibir la publicidad de la noche a la mañana, sin justificación empírica, casi como una copia de lo que Italia hizo en su día”. En su opinión, esa restricción súbita -luego rectificada por el Tribunal Supremo (TS) tras el recurso presentado por parte de Jdigital- resultó “excesiva” y “desproporcionada” con respecto a la realidad del juego online español. “En este caso, creo que medidas tan restrictivas como las que se adoptaron no procedían y creo que obedecieron únicamente a razones políticas”, afirma contundente.

Límite conjunto de depósitos

Eso no es óbice para que vea con buenos ojos otras regulaciones, como el límite conjunto de depósitos o el juego responsable. “Carecía de toda lógica que se pretendiese proteger a un jugador con problemas de juego limitando sus depósitos operador por operador. Por eso, me parece que tiene sentido lo que se está haciendo ahora”. Como también apoya que exista un registro de los proveedores de software.

Pero otros aspectos de la regulación del juego online se han quedado atrás. Como explica, no se han desarrollado nuevos juegos como el blackjack en vivo, cuya regulación parecía un hecho, ni se ha convocado un nuevo concurso de licencias que lleva seis años de retraso “sin justificación posible a estas alturas”.

El motivo de ese retraso es político, desde su punto de vista. “En mi humilde opinión, no se quiere otorgar una licencia a nuevos operadores durante este mandato, ni regular nuevos juegos, ni dar pasos que aparentemente puedan ser beneficiosos para el sector. Ojalá me equivoque, pero después de siete años no puedo ser optimista en relación a este tema”, afirma.

Además, considera que “los mensajes de aviso que se pretenden imponer ahora, similares a los del tabaco son, de nuevo, una medida desproporcionada y carente de fundamento”. En relación a la corriente generalizada a nivel europeo de regulaciones de juego responsable, asegura que “no pueden ser el único motor que debe tener una regulación. De lo contrario, el porcentaje de juego ilegal seguirá creciendo”.

Juego ilegal

El ecosistema del juego online se resiente, opina, si, al tiempo que se imponen más y más restricciones en el mercado legal, en el ilegal “no hay mensajes repetitivos, ni hay límites en los depósitos; hay más juegos y modalidades; más medios de pago; y al no pagar impuestos, se pueden ofrecer mejores premios o cuotas en apuestas. Si, además, se elimina casi toda la publicidad, los patrocinios y promociones, con lo que se priva al jugador de la posibilidad de distinguir entre las marcas legales de las ilegales, lo que en realidad se está haciendo es poner una alfombra roja al juego ilegal. En el online, el juego ilegal está a un solo clic”.

El bloqueo de páginas “reemplazadas casi instantáneamente” o las sanciones económicas “que no se pueden ejecutar” son medidas, para Asensi, insuficientes para luchar contra el juego ilegal online en España. En este sentido, señala que “la mejor forma de reducir el juego ilegal es teniendo una regulación equilibrada y en este sector se sabe de sobra qué funciona y qué no funciona”.

Sin embargo, con todas las restricciones regulatorias, el juego online continúa creciendo en España. ¿Por qué? “Es una buena pregunta. Mi interpretación es que el mercado continúa creciendo y no ha alcanzado todavía su techo, lo cual no significa que se esté sembrando de forma correcta para el futuro. O que pudieran ser mejor los resultados si las cosas se hicieran de otra forma. Probablemente, el crecimiento sería mayor si, además de eliminar algunas de las medidas restrictivas actuales, se aplicasen otras como las que he señalado anteriormente”, asegura.

Políticas de juego

En todo caso, es pesimista respecto a que el arco político español acuerde un programa para el juego online en el futuro, pese a que es la industria que genera mayor volumen de transacciones online en España, para que su crecimiento sea sostenible y responsable. “El juego online no da votos y, al igual que en el juego presencial, es un punching-ball político tradicional. Nadie ganará unas elecciones por prometer devolver la publicidad o una bajada de impuestos al sector. Esto es evidente”, resume.

“En su día y con carácter previo a encabezar el Ministerio de Consumo, Alberto Garzón aseguró en sus redes sociales que habría que prohibir el juego online y cerrar las casas de apuestas a pie de calle, las cuales, por cierto, son competencia de las comunidades autónomas. Al llegar a Consumo, ya más sereno, se dio cuenta de lo distinta que era la realidad. Se encontró con un sector regulado y con datos muy bajos en relación con el juego problemático”. Y añade: “Sin embargo y a pesar de los datos positivos, se impuso el

decreto de publicidad, en su versión más restrictiva, obviando, no ya solo los datos, sino el diálogo con la industria. Más recientemente, en esta segunda legislatura, hemos escuchado declaraciones como que hay operadores que se aprovechan de los jugadores con problemas de juego. Una afirmación así es sencillamente lamentable”, afirma.

“No conozco a ningún operador cuya estrategia de negocio consista en aprovecharse de una persona con problemas de juego para que se arruine en su local o en su web en un breve espacio de tiempo. Algo así es una tragedia que nadie desea y que nada tiene que ver con la realidad de este sector. Los operadores quieren clientes que les duren 30 o 40 años, con una actividad sana, igual que cualquier comercio online o presencial. De hecho, la inmensa mayoría de los jugadores en España, disfrutan del juego de una forma saludable, cosa que, por cierto, no pasa ni con el tabaco ni con el alcohol.”, asegura.

Desde el otro lado de la mesa, se pregunta si la industria ha comunicado de forma efectiva su realidad para descomponer los mitos creados en torno a ella para dar a conocer que los operadores desean una actividad saludable de sus usuarios. “La profesionalización de Jdigital, por ejemplo, ha ayudado a mejorar la imagen del sector en los últimos años, pero sinceramente, queda mucho trabajo por hacer”.

Ceuta y Melilla

Hay dos ciudades españolas que Asensi pone como ejemplo de la involucración de los gestores públicos en el desarrollo del juego online y, en general, de la economía digital: Ceuta y Melilla. La primera asumió rápido que las grandes ventajas fiscales otorgadas por el Estado en 2018 eran una gran oportunidad para transformar su economía, y la segunda también empezó a hacerlo posteriormente.

“Es una jugada maestra por parte de España en 2018 como consecuencia del Brexit, que ha provocado un giro en las dos ciudades. Se les ha dado una oportunidad a dos ciudades con una localización singular para nuestro país. Ceuta, que es la que mejor conozco, donde se han establecido un número significativo de nuestros clientes y donde hemos abierto despacho, se ha volcado con este sector desde el primer día”, asegura.

“Nosotros hemos abierto despacho en Ceuta con el fin atender mejor a nuestros clientes: acompañándolos a la notaría, al juzgado o a realizar cualquier trámite que sea necesario en su día a día. Lo hemos hecho por prestar un servicio de calidad a nuestros clientes, por vocación y porque creemos que cuando una ciudad apoya así a un sector acostumbrado a lo contrario, debemos involucrarnos también en la medida de nuestras posibilidades”, asegura.

En contra de la opinión generalizada, el juego online es un negocio de volumen. “Hay que tener un buen músculo económico”, afirma Asensi, porque “por ejemplo, la devolución en premios en apuestas deportivas es aproximadamente de 95 euros por cada 100 euros apostados. De los 5 euros restantes, el 20% (10% si el operador está en Ceuta o Melilla), se van impuestos. A los anterior, hay que sumarle los costes operativos”, asevera.

Artífices de la regulación colombiana

Además de la experiencia española, Asensi ganó el concurso público convocado al efecto para asesorar y elaborar la que fue la regulación pionera de juego online en Latinoamérica, la de Colombia en 2017. De hecho, el despacho cuenta con una oficina en Bogotá. “Fue una regulación que ha inspirado al resto de jurisdicciones en la región y estamos orgullosísimos del trabajo que hicimos. Trabajamos con varios modelos regulatorios. Principalmente, de jurisdicciones como Malta, Reino Unido, Dinamarca y, por razones obvias, en buena parte, España”, asegura.

“De ahí salió una muy buena regulación, abierta a todo tipo de operadores, locales e internacionales; cosa distinta es cómo evoluciona posteriormente”, afirma. En este sentido, en los últimos tiempos, la industria colombiana ha manifestado constantes quejas por la subida estatal de impuestos que compromete sus negocios, así como por otros cambios regulatorios de difícil explicación.

El resto de Latinoamérica

Respecto a las regulaciones online del resto de Latinoamérica, Asensi opina que “van bastante más lentas” a lo que fue el proceso regulatorio en Colombia debido a los problemas intrínsecos de cada país, “complicados de resolver, en líneas generales”. A partir de las situaciones diversas y complejas, el socio director de Asensi destaca varios aspectos, como los vaivenes políticos en toda la región, el alto porcentaje de juego presencial ilegal en algunas jurisdicciones, “algo inimaginable en España” y el nivel de corrupción en algunas jurisdicciones.

Asimismo, Asensi señala que “se tiende erróneamente a hablar de Latinoamérica como si se tratara de una sola jurisdicción”. “No es lo mismo, por poner un ejemplo muy visual, regular el juego online en la República Dominicana que hacerlo en Brasil o México. Obviamente, en un mercado de 200 o 100 millones de habitantes se pueden exigir una serie de requisitos como, por ejemplo, un mayor porcentaje en el impuesto de juego, que en jurisdicciones donde la población es mucho más reducida. De la misma forma, se pueden otorgar más o menos licencias, o ser más exigente en determinados aspectos de la regulación”, afirma. En sentido señala “hemos colaborado ocasionalmente con otros reguladores distintos al colombiano cuando así nos lo han pedido”.

La transformación de la IA

La transformación que ha irrumpido transversalmente en esta industria, como en todas, y en todo el mundo es, sin duda, la IA. En opinión de este experto, “la innovación debe venir siempre acompañada de una regulación que pueda adaptarse lo más rápidamente posible a los cambios necesarios. En este sentido, hay que saber muy bien en qué instrumento normativo se incluye cada novedad para que las regulaciones respondan a las necesidades que demande la industria”.

En cuanto a la IA, ve “muy difícil, a fecha de hoy, hacer predicciones a medio y largo plazo, porque la inteligencia artificial creo que está por crecer a un nivel exorbitante, inimaginable. A corto plazo, no estamos ante cambios que simplemente mejorarán nuestra forma de trabajar, como si se tratara de un buen programa o aplicación, sino ante una auténtica transformación o revolución en la forma de hacerlo en determinados sectores. Sin ir más lejos, el de la abogacía”.