Por Vanessa Basteiro (*)
Con la publicación del Informe anual sobre el perfil del jugador online 2024 por parte de la DGOJ, he recordado la cantidad de conversaciones que suelo tener sobre la imagen pública que a menudo se proyecta del sector privado. Una imagen que, en muchos casos, dista bastante de la realidad si se contrasta con los datos que arrojan los estudios oficiales.
Al comprobar que el grupo de 18 a 25 años no solo no lidera el gasto en juego online, sino que presenta el gasto medio más bajo entre todas las franjas de edad, desde Braida decidimos realizar un estudio comparativo.
Nos centramos en los datos recogidos en las encuestas EDADES y ESTUDES, así como en el reciente Informe sobre adicciones comportamentales y otros trastornos adictivos 2024, publicados por el Ministerio de Sanidad y disponibles en el Portal de la Transparencia de la Administración General del Estado.
Hemos reunido algunos de los datos más relevantes —y en algunos casos, más preocupantes— sobre el consumo en jóvenes y menores, un grupo que debería estar en el centro de cualquier política de protección. Precisamente por eso, es importante ampliar el foco más allá del juego online, para no perder de vista otros ámbitos que también requieren atención urgente si de verdad queremos protegerlos de forma efectiva. Aun así, recomiendo encarecidamente la lectura completa de los informes oficiales. Muchos de sus resultados invitan a una reflexión profunda y, probablemente, sorprenderán a más de uno.
Consumo de tabaco en jóvenes (15–34 años):
- En 1999, el 43,7 % había fumado en los últimos 30 días.
- En 2003, se alcanzó el pico histórico con un 47,2 %.
- En 2022, todavía un 36,8 % fuma (más de 1 de cada 3).
Consumo de alcohol en jóvenes (15–34 años):
- En 1999, el 64,4 % había consumido alcohol en el último mes.
- En 2003, se marcó el máximo con un 65,8 %.
- En 2022, la cifra sigue estable: 65,6 %.
La cifra prácticamente no ha variado en dos décadas. Dos de cada tres jóvenes consumen alcohol de forma regular.
Edad media de inicio de consumo (tabaco y alcohol):
- Tabaco: 14,1 años.
- Alcohol: 13,9 años.
Ambas sustancias se comienzan a consumir antes de la mayoría de edad, en un contexto de normalización social y fácil acceso.
Y si nos fijamos en menores de edad, de entre 14–18 años, que han consumido en los últimos 12 meses, los datos son aún más contundentes:
Consumo de alcohol en los últimos 12 meses:
- 14 años: 55,0 %
- 17 años: 84,7 %
- 18 años: 86,5 %
Consumo de tabaco en los últimos 12 meses:
- 14 años: 13,8 %
- 17 años: 36,2 %
- 18 años: 40,8 %
A los 14 años, ya más de la mitad había consumido alcohol. A los 18, casi 9 de cada 10. En el caso del tabaco, también se observa una curva ascendente muy clara.
En contraste a todo esto, el gasto medio en juego online entre los 18 y 25 años ha bajado en 2024 hasta los 299 €, frente a los 332 € de 2023, lo que supone una disminución del -9,97 %. Como mencionaba al principio, se trata del gasto medio más bajo entre todas las franjas de edad.
Por otro lado, conviene tener en cuenta un matiz fundamental que muchas veces pasa desapercibido: los estudios que reportan presencia de menores y jóvenes en actividades de juego no siempre distinguen si el entorno en el que juegan es legal o ilegal.
Por ejemplo, el Informe sobre adicciones comportamentales y otros trastornos adictivos 2024 aclara que se considera que hay juego de azar cuando se cumplen simultáneamente tres condiciones:
1- Participación con dinero,
2- Resultado incierto (azar),
3- Premios económicamente evaluables.
Ese mismo informe refleja estos datos sobre acceso al juego online en los últimos 12 meses:
- 14 años: 9 %
- 17 años: 11,4 %
- 18 años: 18,8 %
Teniendo en cuenta que los informes no distinguen entre juego legal e ilegal, los porcentajes de acceso al juego entre menores siguen siendo, aun así, considerablemente más bajos en comparación con el consumo de tabaco o alcohol.
En el entorno regulado, los operadores trabajan de forma activa para prevenir la suplantación de identidad y, especialmente, para detectar posibles accesos de menores de edad. Para ello, colaboran con empresas especializadas como Braida, reforzando los controles para garantizar que su actividad se desarrolla exclusivamente entre usuarios autorizados.
Eso no significa que debamos bajar la guardia: preocupa —y con razón— la actividad de páginas que operan al margen de la ley, sin cumplir las normativas, ni en materia de juego, ni en prevención del blanqueo de capitales, ni en protección de menores ni colectivos vulnerables.
No voy a descubrir el fuego, pero aquí es donde falta una acción más contundente:
Sancionar o al menos obligar a cortar el servicio de proveedores de pago, contenido o tecnología a operadores sin licencia sería un paso estratégico para asfixiar económicamente al juego ilegal.
Además, también sería factible y eficaz que las operadoras de telefonía e internet bloquearan el acceso a sitios sin licencia, como ya ocurre en casos de piratería o emisiones deportivas ilegales. No hay excusas tecnológicas para no actuar con la misma firmeza.
Es un ecosistema que necesita responsabilidad compartida, y eso incluye a quienes lo financian, lo hacen accesible y lo sostienen técnicamente.
Si de verdad preocupan los menores y los jóvenes —como tantas veces se afirma—, es imprescindible que esa preocupación se traduzca en acciones coherentes.
Porque si a estas alturas un menor puede seguir accediendo con facilidad al juego ilegal, a contenidos para adultos o a loterías sin control alguno, la pregunta no es solo si los operadores regulados en España están cumpliendo con las normativas —que sí lo hacen—, sino si el gobierno y los organismos competentes están actuando con la contundencia y eficacia necesarias.
Señalar únicamente al juego regulado puede ser políticamente más cómodo, pero no soluciona el problema real.
(*) Vanessa Basteiro es cofundadora y responsable de la división de juego online de la empresa Braida.