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El 96 por ciento de las adicciones al juego están asociadas con otros trastornos mentales

8 febrero 2019 11:30 am GMT
juego problemático

La Sociedad Española de Patología Dual (SEPD) ha informado sobre un estudio según el cual el 96 por ciento de los casos de adicción al juego están asociados con otros trastornos mentales, como la fobia social, la hiperactividad, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno de personalidad límite y psicosis.

Según la SEPD, estas personas sufren patología dual: tienen una adicción y otro trastorno mental al mismo tiempo. Los jóvenes registran más casos de juego patológico. La prevalencia en adultos del juego patológico se sitúa en torno al 1 o 2 por ciento, mientras que en adolescentes la cifra aumenta hasta el 8 por ciento.

«Las personas adultas con un trastorno por juego recurren más a la lotería o a las máquinas tragaperras, mientras que los jóvenes juegan más a apuestas deportivas y póker online. Por lo tanto, la oferta de las nuevas modalidades de juego por Internet se dirige especialmente al colectivo joven», ha explicado el presidente de la Fundación Patología Dual, el doctor Néstor Szerman.

«Los adolescentes son más vulnerables a la adicción al juego a través de internet porque su cerebro es inmaduro y tiene menor capacidad de control», porque el cerebro se desarrolla lentamente hasta más allá de la segunda década de la vida de una persona», ha explicado el experto.

«El neurodesarrollo, o desarrollo del cerebro, soporta las capacidades afectivas, sensoriales, perceptivas y cognitivas, que se pueden ver expuestas a estímulos como los del juego online», ha agregado.

En este contexto, la SEPD han advertido que el juego en línea puede entrañar mayor riesgo de adicción debido a la estimulación visual, la cuantía de apuestas baja, la disponibilidad y accesibilidad 24 horas y la privacidad.

El presidente de la Fundación Patología Dual ha matizado que jugar muchas horas no es adicción. «Hablamos de conducta adictiva cuando esta actividad deja de ser lúdica e impacta de forma negativo en estos chicos, en detrimento de sus relaciones familiares, afectivas y académicas, y tiene una repercusión conductual, ya que, por ejemplo, deben conseguir dinero para seguir jugando», ha dicho Szerman.

De hecho, los cambios comportamentales son los que hacen saltar las alarmas en el entorno del adolescente con un trastorno por juego. «A los afectados les cuesta reconocer que tienen una adicción, lo que retrasa la puesta en marcha de medidas terapéuticas. En el caso de los adolescentes, el juego les produce un efecto sedante y calmante de malestar que ya sufrían previamente», según este experto.

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